Este próximo el 30 de octubre de 2011, se cumplirá 61 años de la Insurrección Nacionalista en Puerto Rico comandada por el Partido Nacionalista de Puerto Rico bajo la egregia y sabia dirigencia de don Pedro Albizu Campos.
Le tocó el privilegió a la valiente nacionalista Blanca Canales declarar por segunda vez la República de Puerto Rico en el pueblo de Jayuya, en el centro de la Cordillera Central de Puerto Rico, mediante una insurrección armada que se extendió por varios municipios de Puerto Rico, incluyendo a San Juan, su capital.
La insurrección que estaba programada para el 1952 -año en que se sabía que el imperio norteamericano, juntos con sus lacayos puertorriqueños, dirigido por el máximo apóstata Luis Muñoz Marín (heredero de la apostasía de su padre Luis Muñoz Rivera), iban a declarar la mogolla legal del Estado Libre Asociado de Puerto Rico (ELA) para burlar la voluntad de independencia dela nación puertorriqueña y la vigencia del Derecho Internacional – se tuvo que adelantar porque por fuentes fidedignas el Partido Nacionalista se enteró del plan del Gobierno de Estados Unidos de América (EE.UU.A.) de asesinar al liderato del Partido Nacionalista incluyendo a su máximo dirigente: don Pedro Albizu Campos, a quien habían encarcelado (junto con la máxima dirigencia del Partido Nacionalista) de 1936 a 1946 por el delito de conspirar por derrocar por las armas al Gobierno de Estados Unidos de América en Puerto Rico luego de inútilmente querer sobornarlos e intimidarlos.
Con la creación del ELA el imperio gringo buscaba librarse de su obligación de rendirles cuentas de su colonia a la recién creada Organización de la Naciones Unidas (ONU), recién terminada la Segunda Guerra Mundial y cuando se auto proclamaba EE.UU.A. el “paladín de la libertad y de la democracia mundial”
Las fuerzas policiacas puertorriqueñas (militarizadas los años 30s y 40s por el imperio) fue incapaz de sofocar la Insurrección. Viéndose obligado el imperio a movilizar y usar sus fuerzas blindadas (tanques) y por vez primera sus aviones de combate “jets” (los mismos que meses después usarían en su guerra imperial contra la República Popular Democrática de Corea -1953.1956 -) para sofocar a los nacionalistas que emulaban a los patriotas puertorriqueños del Grito de Lares que declararon con las armas por vez primera la República de Puerto Rico enfrentándose al imperio español, y que combatían inspirados en las prédicas de “El Maestro” Albizu Campos, sucesor político-militar de Ramón Emeterio Betances Alacán, “Padre de la Patria Puertorriqueña ”.
Dentro de la Insurrección Nacionalista el vende patria Muñoz Marín estuvo cerca de ser ajusticiado por un comando nacionalista que logró penetrar al patio de La Fortaleza, residencia oficial del gobernador colonial. Tanto atacantes como defensores del traidor murieron en combate.
La Insurrección Nacionalista llamó la atención de los medios informativos conociéndose internacionalmente la declaración de la independencia de Puerto Rico. Ante eso el imperio contestó falsamente,- como era y es su costumbre – que la situación en Puerto Rico era una situación interna entre los puertorriqueños. Como si EE.UU.A. no hubiese invadido y ocupado militarmente el territorio nacional de Puerto Rico el 25 de julio de 1898 y desde entonces haber establecido un sistema colonial en el archipiélago puertorriqueño.
En réplica a lo anterior, el 1 de septiembre, un comando de dos nacionalista se introdujo en la Casa Blair -residencia sustituta de la Casa Blanca cuando ésta está en reparación – para ajusticiar a quien ejercía el poder ejecutivo de EE.UU.A.,: Harry S. Truman, sobre quien recaía la responsabilidad del sistema colonial en Puerto Rico y quien impulsaba la creación del embeleco del ELA de Puerto Rico. El mismo que años antes, pudiendo evitarlo, autorizó terroristamente lanzar las bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón.
En el operativo murió el nacionalista Gricelio Torresola y uno del Servicio Secreto que custodiaba al terrorista Truman, quedando herido el otro comando Oscar Collazo y dos del Servicio Secreto. La parca acarició al presidente imperial Truman. ¡Por poco los japoneses celebraban!
Luego de varios días de asimétricos combates prevaleció la fuerza imperial. Decenas de patriotas puertorriqueños murieron y sobre mil fueron encarcelados, incluyendo a “El Maestro” Pedro Albizu Campos. La represión imperial fue total y pareja. (Nacionalistas, independentistas, socialistas y comunistas). Igual que sucedió con España con el Grito de Lares (23/septiembre de 1898)
No obstante, la Insurrección Nacionalista, ubicándola en su real perspectiva histórica, tuvo sus repercusiones inmediatas y futuras, algunas son:
1-El Partido Nacionalista de Puerto Rico comprobó con los hechos de armas lo que previamente había propagado luego de impugna el Tratado de París del 10 de diciembre de 1898 mediante el cual España cedió a Puerto Rico ilegalmente a EE.UU.A., que estaba constituido para la reconquista de la soberanía e independencia patria
2- Se desenmascaró internacionalmente y a tiempo lo espurio del ELA de Puerto Rico y con ello la política colonial imperial gringa.
3– Por primera vez en su historia EE.UU.A. fue atacado militarmente en su territorio colonial (P.R.) y en su nacional continental por patriotas independentistas de otra nacionalidad. (Fueron el precedente de los operativos militares Pitirre 1 y 2 de los Macheteros) Porque el ataque, años previos, a la base naval gringa de Pearl Harvord fue en su entonces territorio insular colonial de Hawái)
4- EE.UU..A. pudo prevalecer pírricamente en la ONU en el 1953 al ésta aceptar al ELA como organización política descolonizadora. Pírricamente, porque la suma de los votos en contra y las abstenciones fue mucho mayor que los votos a favor. Además, su presidente se vio obligado a expresar en la ONU, que cuando Puerto Rico le pidiese la independencia, EE.UU.A. se la otorgaría. (Como si ellos tuviesen ese derecho).
5- Inició el Partido Nacionalista de Puerto Rico en esa década en el Caribe insular la lucha armada contra el imperio gringo y sus lacayos. Recayendo sobre los patriotas puertorriqueños la atención y represión imperial gringa. Creándole la Insurrección Nacionalista espacio a otro proceso revolucionario que le siguió, sin demérito al mismo, el inicio de la Revolución Cubana mediante el ataque en 1953 al Cuartel Moncada en Cuba, dirigido por el comandante Fidel Castro Ruz.
6- Al atacar otro comando nacionalista (Lolita Lebrón, Irving Flores, André Figueroa y Rafael Cancel) a tiros a los congresista en sesión en el Congreso de EE.UU.A en 1954 y herir a 7 de ellos – como corolario de la Insurrección Nacionalista – demandando la independencia y en contestación al fraude del ELA en la ONU se mantuvo la trinchera de combate, confrontándose EE.UU.A. por vez primera en su historia colonial y neocolonial en el Caribe insular con Puerto Rico y Cuba insurrectas. Y con el problemota en el Oriente asiático de la República Popular Democrática de Corea en armas en busca de la reunificación de la nación coreana.
7- La situación anterior obligó al imperialismo gringo a dividir sus fuerzas represivas militares y su atención política imperial entre su enclave militar principal en el Caribe y bastión protector del Canal de Panamá: Puerto Rico; la República Popular Democrática de Corea en estado de beligerancia buscando la reunificación nacional con el apoyo de China comunista (antesala de la expansión del socialismo en esa área geográfica de prevalecer la República Popular Democrática de Corea); y la entonces neo colonia de Cuba en armas buscando derrocar al dictador Fulgencio Batista y establecer un nuevo sistema político y económico bajo la inspiración del pensamiento y actuar de José Martí Pérez con Fidel Castro Ruz como su sucesor político-militar. ¡Tremendo dilema!
8- La Insurrección Nacionalista en Puerto Rico es un legado imperecedero de lucha libertaria para Puerto Rico, el Caribe, América latina y la humanidad.
¡Gloria eterna a los patriotas de la Insurrección Nacionalista! ¡Viva Puerto Rico Libre y soberano sin tutelaje ni protectorado alguno! ¡Pa’lante!, ¡Siempre pa´lante.
Carlos Rivera