Conmemoración del natalicio de Juan Antonio Corretjer
Discurso en el cementerio de Ciales, 3 marzo de 2008
Antonio Camacho
Compañeros, compañeras, amigos, amigas. Cuando le rendimos tributo a un familiar o a un amigo o amiga que se ha ido, lo hacemos mayormente por el amor que le profesábamos, porque echamos de menos su compañía, las experiencias compartidas, y las añoranzas y nostalgias que nos trae su recuerdo. Pero cuando recordamos y le rendimos tributo a los hombres y mujeres que nos precedieron en la ardua lucha por la liberación de nuestra patria, no lo hacemos, principalmente, por lo que ellos o ellas fueron en términos de sus relaciones sociales, sino porque su ejemplo, sus ideas, pensamientos, ejecutorias y sus análisis políticos de la sociedad siguen proyectándose, transcendiendo su momento histórico.
No estoy aquí, ante este sepulcro, donde reposan los restos del Comandante Juan Antonio Corretjer para rendirle tributo a un amigo, “no tuve ese privilegio, estoy aquí para rendirle tributo al revolucionario, al patriota, al pensador, al hombre abnegado, al hombre de sólidos principios, al hombre incorruptible, al defensor de la clase trabajadora, al internacionalista.” Decía Don Pedro que no se subía a una tribuna para tratar de agradarle a todo el mundo. Eso es comprensible, esa conducta se la dejamos a los politiqueros, a los cazadores de votos.
El revolucionario que busca transformarse en un ser humano superior y transformar las circunstancias que le rodean, tiene que estar dispuesto a recibir marronazos y a darlos cuando sea necesario. No podemos temerle a la controversia. La controversia es dialéctica, o sea transformadora. “El hombre y la mujer es él o ella y sus circunstancias” como dijo el filosofo José Ortega y Gaceta, “circunstancias que constantemente cambian, por lo que el ser humano tiene que adaptarse a ellas o transformarlas; pero hay unos elementos que nunca cambian, a pesar de las circunstancias, y a pesar de que las apreciaciones de cada cual puedan diferir.”
Estos elementos no cambian porque existen valores eternos que los rigen, como es la dignidad humana, la libertad y soberanía de las naciones, la identidad Nacional. Valores unísonos que no se dan por separado; y mientras existan condiciones en nuestra patria que atenten contra esos valores, no podemos aceptar conductas intermedias, conductas acomodaticias que siembren falsas ilusiones sobre nuestra realidad colonial.
Por ello el verdadero tributo y respeto que le podemos rendir a Juan Antonio Corretjer, al Comandante Juan Antonio Corretjer, no es meramente venir aquí todos los años a hacerle un recordatorio. El verdadero tributo que le podemos rendir, que le deberíamos rendir, es estudiar sus obras, poner en práctica sus ideas y difundirlas. Es serle fiel a sus pensamientos y ejecutorias aun después de su muerte.
A menudo, pensando en nuestros próceres, me pregunto, “¿qué haría Betances diferente si viviera en el mundo actual, un Hostos, un Albizu, o un Corretjer? ¿Como vería Betances o Albizu el carnaval electorero que se celebra todos los años en el altar de la Revolución puertorriqueña en Lares y que tanto denunció Juan Antonio Corretjer? ¿Como vería Hostos que utilizaran su nombre en organizaciones que en la práctica lo que hacen es desvirtuar su pensamiento?”
Unas décadas atrás murió en el centro de la isla un conocido independentista, cuando fui a unirme al entierro, y vi el ataúd arropado con la bandera gringa, me sentí tan indignado que adelantándome a todo el mundo llegué con mucha anticipación al cementerio. Me acompañaba uno de mis hijos, pequeñito en ese entonces. Los familiares del amigo, muchos de ellos profesionales, de seguro, para economizarse los gastos fúnebres, éste había sido veterano, aceptaron la ayuda de La Legión Americana. Tremendo tributo le rindieron. Hasta despidieron el duelo. Un tiempo después se me acercó uno de sus hijos a hablarme de su padre. Al revivir la indignación pasada, no pude evitar señalarle, tu padre fue un gran patriota, penosamente enterrado con todos los honores de un patriota gringo.
Amigos y amigas, no basta hacerle un recordatorio a los hombres y mujeres que lo dieron todo por la dignidad de sus compueblanos en la lucha por la libertad y la defensa de la identidad nacional. No basta recordarlos, debemos honrarlos, tenemos que honrarlos, y no los honramos cayendo en la trampa imperialista de vulgarizar sus imágenes comercializando con sus nombres. No los honramos sepultando su pensamiento, arrebatándole al pueblo sus obras; no los honramos negándolos, desvirtuando su quehacer. Los honramos verdaderamente cuando los imitamos, cuando respetamos sus trayectorias, cuando los tomamos de Norte, cuando conociendo su pensamiento, proceder y ejecutorias nos hacemos la pregunta, Que él o ella haría en una situación semejante?
Tenemos el privilegio de vivir en uno de los momentos mas trascendentales en la historia de la humanidad. El momento en que el Capitalismo pierde totalmente su función revolucionaria y creadora y se convierte en un peligro inminente para la sobrevivencia de la raza humana. El momento en que empieza a desinflarse el globo imperialista norteamericano y empiezan a proliferar con carácter de permanencia gobiernos de corte socialista. El imperio esta muy enfermo, hablando en términos históricos, en su momento más débil, y la colonia no despierta de su letargo.
Los partidos coloniales no tienen proyecto, no pueden tenerlo, el sistema ya no nos sirve. El único proyecto real es cambiarlo. Nuestra América se transforma, Cuba sigue hoy, en términos revolucionarios, sin Fidel como máximo dirigente, tan fuerte como ayer. Las oligarquías latinoamericanas tampoco tienen proyecto y los cambios populistas de carácter socialista siguen avanzando. El imperio no tiene capacidad para detenerlos.
La inflación arropa al mundo. El dólar sigue perdiendo valor. El Euro esta sobre $1.52 y Brasil y Argentina rechazaron el dólar como moneda de intercambio. El barril de petróleo superó los 103.00, el oro supero los $971.00 la onza.
Mientras el mundo se desmorona, ¿nosotros, qué hacemos? Este momento me trae a la memoria aquella leyenda de Platón sobre el hundimiento de la Atlántica, donde una anciana corría por las calles gritando que la Atlántica se hundía, pues había visto sobrepasarse en mucho el nivel de las aguas del mar. Nadie hizo caso, y la Atlántica se hundió. Juan Antonio Corretjer nos enseño a no subestimar al pueblo.
En estos días hemos visto en la huelga de los maestros de lo capaz que es el pueblo organizado, una huelga que es motivada más por la dignidad del magisterio que por beneficios económicos. Una huelga que tendrá grandes repercusiones en nuestra patria. Una huelga que deslinda a los hombres y mujeres de principios “a los auténticos líderes obreros” de los oportunistas, de los corruptos, de los mentirosos y cobardes.
Cierro con unas preguntas de reflexión. ¿Vamos a esperar hundirnos para entonces tomar las riendas del destino histórico de nuestra patria ó vamos a hacer nuestras las enseñanzas de Juan Antonio Corretjer, organizar al pueblo para la eventual toma del poder? Juan Antonio Corretjer es uno de esos seres que nunca morirá porque sus enseñanzas seguirán proyectándose en las generaciones del mañana. Muchas gracias.